viernes, 29 de mayo de 2020

LA EDUCACIÓN AMBIENTAL Y LA ETNOBOTÁNICA EN TIEMPOS DE PANDEMIA



La educación ambiental y la etnobotánica en tiempos de pandemia.

Por Eduardo Jaime Muñoz


Educador ambiental, etnobotanico y Miembro de la Red Iberoamericana de Medio Ambiente.



El profesor Eduardo Jaime Muñoz desde hace tiempo se ha dedicado al desarrollo de la educación ambiental en escuelas rurales de Chile, llevando sus talleres el extranjero desde Coquimbo, Chile a Punta Alta, Argentina. Allí ha compartido sus aprendizajes junto a estudiantes y profesores, quienes han podido conocer su trabajo gracias al apoyo del Centro de Estudios Geográficos “Florentino Ameghino”, dirigido por la Dra. Diana Durán. Desde estos espacios el docente ha incentivando el cuidado y protección de la flora nativa y el conocimiento de su geografía. “Las plantas nativas conforman el patrimonio natural más notorio en zonas alejadas de la ciudad y que lamentablemente está siendo amenazado por un fuerte proceso de urbanización hacia los sectores rurales en Chile y el América Latina”.


A punto de lanzar su libro, titulado “Conociendo la flora nativa que crece alrededor de mi escuela”, donde el docente es el autor principal de la obra en coautoría del destacado botánico chileno, Rodrigo Villaseñor, de la Universidad de Playa Ancha de Ciencias de La Educación y de Anita Sandoval de INIA, experta en propagación de plantas nativas con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente de Chile. Este material educativo pretende conocer un poquito más de las plantas que crecen alrededor de las escuelas rurales en Chile y algunas que comparten distribución geográfica con  otros países de Latinoamérica, poniendo énfasis en los usos de las plantas, sus distribución geográfica y algunos consejos para su  propagación.

Algarrobo blanco


Comenta el docente y especialista algunas de ellas comparten hábitat con otros países limítrofes como es el caso de Argentina, Bolivia y Perú. Una es el algarrobo: Prosopis chilensis (Molina) Stuntz, conocido como en Argentina como algarrobo blanco. Este árbol nativo presenta un uso combustible y sus frutos sirven para preparar alimento, unos de los productos más comunes es la preparación de harina de algarroba.


Es así como en el artículo “Productos alimenticios de la Argentina en riesgo de desaparecer” de Hugo Cetrángolo, de la Comisión del Arca del Gusto de Argentina, Cátedra de Sistemas Agroalimenticios. Facultad de Agronomía UBA. Fundación Agronegocios y Alimentos (2014) se indica que el “consumo de la harina de algarroba es parte del patrimonio cultural de los pueblos indígenas de la región chaqueña, se trata de una especie emblemática de la región chaqueña, que es unas regiones geográficas de la Argentina y forma parte de la eco-región sudamericana del Gran Chaco. Sus límites son el río Pilcomayo al norte, los ríos Paraguay y Paraná al este, el río Salado al sur y la región del Noroeste al oeste. Comprende las provincias de Formosa, Chaco, parte norte de Santa Fe, la mayor parte de Santiago del Estero, y el este de Salta”.  Se trata de un producto natural que ha sido importante en la vida del pueblo argentino.


¿Qué sucede con la educación ambiental en tiempos de pandemia? 


Responde el profesor Muñoz: “pienso que este conocimiento que se ha trasmitido por décadas en las culturas es un elemento relevante para poder sobrevivir en zonas aportadas, esta tradición ha permitido a muchos pueblos durante la historia poder hacer frente a las pandemias que han existido a lo largo del tiempo. Familias, hombres y mujeres han utilizado este conocimiento y los han puesto en valor en momentos difíciles para la historia de la humanidad”. Creo que este conocimiento puede ser útil y ayudar a muchas familias en estos momentos difíciles y complejos. 


Respecto a la educación ambiental es un gran desafío poder continuar educando a las nuevas generaciones y creo que cuando uno piensa la educación ambiental como “proyecto de vida”, debe ser una persona perseverante y generar cambios en la sociedad moderna de manera que hoy se requiere más que nunca de un trabajo constante, duradero en el tiempo. La educación ambiental como tal es un proceso permanente y continuo en el tiempo, ojalá exista más apoyo de las instituciones para que aporten iniciativas ambientales que sean duraderas.


La educación ambiental y la etnobotánica poseen saberes importantes en tiempos de pandemia. Hoy es necesario tener en consideración nuestros orígenes, valorando el conocimiento que pueda estar al alcance de nuestras manos, sobre todo para los habitantes del medio rural y los habitantes de medio urbano es importante poder utilizar la agroecología para cultivar en pequeños espacios urbanos, huertos como una forma de cultivar nuestros propios alimentos, pasando la cuarentena, compartiendo en familia y de esta manera cercarnos a la tierra y a la naturaleza.


miércoles, 20 de mayo de 2020

CORONAVIRUS Y POBLACIÓN




CORONAVIRUS Y POBLACIÓN
Perspectiva geográfica
Diana Durán

Un enfoque imprescindible sobre la pandemia de COVID – 19 es plantear su vínculo con las características de la población.

Si se piensa en el binomio “geografía – coronavirus” interesan: la población absoluta (valores totales de la población confirmada, recuperada o fallecida en las distintas localidades, jurisdicciones y regiones) y cómo ésta se distribuye en el territorio (las áreas afectadas y los “vacíos demográficos” de coronavirus); la estructura por edad y sexo, pero especialmente por edad, -pensando en el foco que las autoridades, médicos y medios de comunicación han puesto en “ancianos”, “abuelos”, “viejos”, “adultos mayores”, todos ellos términos descalificantes en relación a la connotación que se les ha dado respecto a la enfermedad; y la movilidad de la población (sea por cambio de domicilio o por turismo y demás factores de traslado) causa principal de la difusión de la enfermedad.

También es necesario tener en cuenta el concepto de transición demográfica que relaciona los que nacen (natalidad) y los que mueren (mortalidad) a través del tiempo y, además, indica cómo se ha pasado históricamente de una etapa de altas tasas de mortalidad y natalidad, a otra con un fuerte crecimiento de la población y luego, en esta época, a tasas bajas de mortalidad y natalidad.  Por supuesto, esto difiere según las características de los territorios que se analicen.

El modelo de la transición epidemiológica, se relaciona con la salud de la población, con el propósito de explicar las etapas que fueron cumpliendo los países occidentales hasta alcanzar una instancia final de baja mortalidad, generada por la derrota de las grandes epidemias y los consecuentes cambios en las patologías predominantes. (Pickenhayn, 2003) ¿Seguirán predominando las cardiopatías, enfermedades crónicas degenerativas y accidentes cerebro vasculares por sobre las enfermedades infecciosas cuando se evalúe esta pandemia? Indica la OMS que las enfermedades infecciosas emergentes (sobre todo aquellas transmitidas por vectores) y reemergentes (las bacterias resistentes a antibióticos) representan una amenaza real y presente a nivel global.  

Acusados por la edad

Los mayores de sesenta años seremos los más vulnerables, pero se ha caído en generalizaciones falaces al sugerir una relación directa y unívoca entre la edad de la población y las posibilidades de sufrir COVID – 19.

Es posible señalar que, ni a todos los países que tienen una gran población de mayores de 65 años los afecta de igual manera el COVID-19, ni a los países con población mayoritariamente menor de 65 años los deja de afectar. La mayor parte de los países de Europa Occidental y Mediterránea tienen más del 20 % de población superior a 65 años y más de 80 años de esperanza de vida. Pero existen situaciones muy variables en esos países. El ejemplo de Alemania es notable, pues su baja letalidad (cociente de fallecimientos en relación a las personas que se han contagiado de una enfermedad) contrasta con el hecho de ser un país muy envejecido. En cambio, en España, otro país de alto envejecimiento de la población, las personas de 60 y más años incluyen algo más del 50% de los casos detectados, algo más dos tercios de los hospitalizados y en unidades intensivas, y más 95% de los fallecidos. (Rodríguez Rodríguez, 2020)

Se ha caído en temibles excesos con respecto al tema de la edad hasta el límite de que un vicegobernador de Texas, Estados Unidos, declarara que los “abuelos deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la economía”. Un extremo absurdo, pero entre esa salvaje opinión y otras de muchos políticos que llegan al extremo de “encerrar” a los mayores, enclaustrándolos quién sabe hasta cuándo, hay una gran variedad de posturas contrarias a toda racionalidad y eticidad.

Josefina Gómez Mendoza, profesora emérita de la Universidad Autónoma de Madrid, señaló en un artículo: “soy población de riesgo, no solo por la edad, sino por mi historial médico, no pasaría el más mínimo triaje en una urgencia médica, como se encargaron de recordarme mis más afines”. También argumenta que es “patente el escándalo de la mortandad en las residencias de mayores”, lo que no puede ligarse tanto a la edad como a que “la vida de las personas ancianas y enfermas es prescindible”.

La edad es, en definitiva, un criterio más, junto con la morbilidad (cantidad de personas que enferman en un lugar y un período de tiempo determinados en relación con el total de la población), la gravedad de la enfermedad, el compromiso de otros órganos vitales y la reversibilidad, es decir, teniendo en cuenta la edad biológica (relacionada con la actividad física, la alimentación, el estado de salud, el estrés, el descanso nocturno e incluso la genética) y no solo la edad cronológica (los años que hemos vivido desde nuestro nacimiento)

Además de la edad, es necesario tener en cuenta los distintos contextos culturales, los modos de vida, las estructuras familiares, las condiciones sanitarias generales, los sistemas ambientales y socio económicos para la toma de medidas de políticas públicas en relación a los diagnósticos que se plantean.

Por último, consideramos que no solo se necesitan infectólogos y sanitaristas para “salir” de la pandemia, sino en realidad se requieren equipos multidisciplinarios de sociólogos, geógrafos, filósofos, economistas, psicólogos, entre otros cientistas sociales. No parece que esto suceda…

Bibliografía citada

Gómez Mendoza, Josefina. (2020) “Confinavírico”: en pos de Rubén Lois: sobre la geograficidad de la epidemia. Departamento de Geografía. Universidad Autónoma de Madrid. Asociación de Geógrafos Españoles.
Rodríguez Rodríguez, Vicente. (2020) COVID19 y las personas (mayores) en el análisis geo-demográfico (I) España, AGE.